Reflexiona:
Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón y le dijo: «¡Hemos encontrado al Mesías, es decir, al Cristo!»
Piensa:
Actualmente, con el auge de las redes sociales, se está poniendo de moda que artistas famosos salgan a la calle de incógnitos y convivan con las personas sin que estos se den cuenta de quiénes son, y en un momento descubren su identidad y explota la euforia, comienzan los videos, los WhatsApp para avisar a otros y la multitud crece en el lugar. Está en nuestra naturaleza, cuando nos encontramos con alguna situación que nos sorprende o emociona de sobremanera, el querer compartirla con otros, «mira a quién me encontré», «ven a tal lugar porque está sucediendo algo increíble».
Ojalá en nuestra vida espiritual tengamos ese mismo furor por anunciar la alegría de encontrar al Señor. Después de una experiencia de encuentro con Jesús debemos salir al mundo y buscar a otras personas para contarles lo que hemos visto y vivido. Esto es lo que les sucedió a los discípulos del relato, no solo ven a Jesús, lo siguen y conviven con él. Es decir: lo conocen más íntimamente y esa experiencia los convierte en mensajeros para otros.
No es suficiente «estar bien con Dios» o «vivir nuestra fe», es necesario salir al encuentro de otros, poner manos a la obra para que otros experimenten la misma alegría que hemos vivido. Ayudemos a que otros lo descubran y se llenen del mismo amor y emoción que nosotros.
Dialoga:
Señor Jesús, ayúdame a encontrarte, a reconocerte y a seguirte; pero sobre todo dame el coraje necesario para anunciarte a mis hermanos. Ayúdame a ser un mensajero de tu reino, que mi vida sea un testimonio de tu presencia y que a través de mis actitudes muchas más personas puedan encontrarte.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, hazme mensajero de tu amor»
Recalculando:
Anunciar el reino y ayudar a otros a conocer al Señor, no se limita solo a salir a las calles, Biblia en mano, o ir de puerta en puerta; tenemos muchos medios a nuestra disposición para difundir el mensaje. Hoy te invitamos a tomarte un momento para compartir en tus redes sociales, o a tus amigos por WhatsApp, una reflexión sobre el amor de Dios y su presencia en nuestras vidas. Puedes usar un link de este blog o de alguna canción católica, en YouTube hay muchas opciones.
En un segundo nivel, busca a una persona que creas que necesita vivir un encuentro con Jesús y ayúdale a vivir esa experiencia. Conviértete en mensajero de la alegría de encontrar al Señor.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 1:35-42
Al día siguiente, Juan estaba en el mismo lugar con dos de sus discípulos. Cuando vio que Jesús pasaba por allí, les dijo: «¡Miren, aquí viene el Cordero de Dios!» Al oír eso, los dos discípulos lo siguieron.
Jesús se dio vuelta y, al ver que lo seguían, les preguntó qué querían. Ellos le preguntaron:
—¿Dónde vives, Maestro?
—Síganme y lo verán—contestó Jesús.
Ellos fueron y vieron dónde vivía Jesús; y como eran casi las cuatro de la tarde, se quedaron con él por el resto del día.
Uno de ellos era Andrés, el hermano de Simón Pedro. Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Cuando lo encontró, le dijo: «¡Hemos encontrado al Mesías, es decir, al Cristo!»
Entonces Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús. Cuando Jesús vio a Simón, le dijo: «Tú eres Simón, hijo de Juan, pero ahora te vas a llamar Cefas, es decir, Pedro».
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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