Reflexiona:
«Si no cargan su cruz y me siguen, no merecen ser míos.»
Piensa:
Hay una conducta muy arraigada en nuestra sociedad que es endulzar la realidad para hacerla «menos dolorosa», principalmente con los niños; pero muchas veces esta conducta se vuelve compulsiva y terminamos creando un mundo de fantasía, que cuando se rompe se convierte en una realidad más dolorosa que las consecuencias de decir la verdad desde el principio.
Por ejemplo, muchos papás tienen miedo de hablar sobre la muerte, el sexo o la violencia con los niños, pensando que hacerlo les «roba la inocencia», pero en muchas ocasiones esta falta de información termina por dañarlos más o poniéndolos en peligro.
Por eso es muy interesante el Evangelio de hoy, Jesús hace declaraciones duras, pero no lo hace para asustar a sus discípulos, sino para hacerlos conscientes de lo que les espera. Los ha invitado a seguirlo y mucha gente iba detrás de Jesús solo por emoción, por ver milagros, por la comida, y él sabe que eso no es suficiente para ser un verdadero discípulo. Se necesita un compromiso real y sincero, con fe, pero bien informados y preparados para afrontar las dificultades del camino.
Hay muchas personas que al leer este texto interpretan que Jesús pide no querer a nadie o no preocuparse por nadie; pero es todo lo contrario. El llamado de Jesús es a poner a Dios por encima de todo, a llenarnos de Dios, a dejar que Dios controle nuestros pensamientos y acciones. Y por añadidura esto nos llevará a un compromiso más sincero y entregado hacia nuestros hermanos.
Enfrentar el camino del discípulo con la claridad de que no será fácil, nos hace fuertes; y evitará que más adelante nuestra fe se debilite cuando las cosas se pongan feas. Muchas personas cuando se acercan a la religión piensan que es como una solución mágica, que quien está cerca de Dios no tiene problemas o que no sufre. Y cuando se enfrentan a una vida de sacrificio se sienten desilusionados y muchos terminan alejándose.
Hoy Jesús nos recuerda que la vida del discípulo no es sencilla, pero que si nos mantenemos firmes Dios nos dará la fuerza para superar cualquier dificultad. Nos cargará cuando nos sintamos cansados y desesperanzados; nos consolará en los momentos de tristeza y al final del camino encontraremos la felicidad eterna junto a él. Solo tenemos que dar el primer paso. ¿Estás listo(a)?
Dialoga:
Señor Jesús, tú sabes las veces que me he sentido triste y deprimido ante las dificultades de la vida. Por eso te pido que me des la fuerza para mantenerme firme y no dejarme llevar por la desesperanza, que siga el camino que me has enseñado para poder algún día disfrutar contigo en la gloria eterna.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, que no tenga miedo de seguirte»
Recalculando:
Seguramente tienes entre las personas conocidas a alguien que por algún motivo ya no se siente cómodo siguiendo a Jesús o participando de la Iglesia. Te invito a que busques a esa persona, y te acerques sin prejuicios y sin juicios. Puedes dialogar sobre la misericordia del Señor y hacer que pueda encontrar una nueva manera de ser un discípulo de Jesús. Verás que cuando te sientes útil para los demás mejoras notablemente.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 10:34-11:1
«No crean ustedes que he venido para establecer la paz en este mundo. No he venido a traer paz, sino pleitos y dificultades. He venido para poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre, y a la nuera en contra de su suegra. El peor enemigo de ustedes lo tendrán en su propia familia.
»Si ustedes prefieren a su padre o a su madre más que a mí, o si prefieren a sus hijos o a sus hijas más que a mí, no merecen ser míos. Y si no cargan su cruz y me siguen, no merecen ser míos. Si sólo se preocupan por su propia vida, la van a perder. Pero si están dispuestos a dar su vida por causa mía, les aseguro que la van a ganar.
»Cuando una persona los recibe a ustedes, también me recibe a mí. Y cuando una persona me recibe a mí, también recibe a Dios, que es quien me envió.
»Dios les dará un premio a los que reciban en su casa a un profeta, sólo por saber que el profeta anuncia el mensaje de Dios. El premio será igual al que Dios les da a sus profetas.
»De la misma manera, Dios dará un premio a los que reciban a alguien que obedece a Dios. El premio será el mismo que Dios les da a quienes lo obedecen y hacen lo bueno.
»Les aseguro que Dios no se olvidará de premiar al que dé un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores, aunque se trate del menos importante.»
Cuando Jesús terminó de dar estas instrucciones a sus doce discípulos, se fue para enseñar y anunciar las buenas noticias en otros pueblos.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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