Reflexiona:
Jesús dijo: «Si alguien está enojado contigo […], ve de inmediato a reconciliarte con esa persona».
Piensa:
Vivimos en una cultura en la que se nos enseña que la única demostración de poder está en la fuerza, pareciera que todos están en continua batalla, entre naciones, entre vecinos, incluso dentro de la misma familia. Y cuando se habla sobre la reconciliación la mayoría de las personas lo ve como una ofensa hacia su dignidad, como si fuera una muestra de debilidad. Siempre queremos que sea «el otro» quien pida perdón.
Pero hoy Jesús nos enseña que la reconciliación dista mucho de la debilidad, es sin duda alguna el acto de valor más grande. No se necesita nada especial para estar enojado con otro, pero se requiere mucha fuerza para reconciliarse.
Existen rencillas que serán más difíciles de reconciliar que otras, pero si comenzamos poco a poco a dejar que el amor de Dios vaya ocupando espacio en nuestro corazón, entonces encontraremos la fuerza y el valor para perdonar. Perdonar no significa que nuestra mente olvidará lo que sucedió o que dejaremos que pisoteen nuestra dignidad. Perdonar es dejar en manos de Dios que es el único juez justo, todos nuestros rencores, para que él con su mano sanadora purifique nuestro corazón y alivie esa pesada carga.
Y la reconciliación no necesita que venga aquella persona que crees que te ha ofendido. Tú puedes dar el primer paso y ofrecer el perdón, un perdón de corazón; porque solo perdonando es como nosotros mismos lograremos el perdón.
Dialoga:
Señor, tú sabes que quiero ser fiel a ti y caminar a tu lado, pero conoces también mis limitaciones y mis flaquezas; a veces tropiezo y dejo que la duda, el rencor y la venganza nublen mi pensamiento. Por eso hoy te pido que toques mi corazón para sacar del todo el odio y el rencor que guardo contra mis hermanos. Llénalo de tu amor, para convertirme en un faro que derrame tu gracia sobre otros.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, cambia mi enojo en amor»
Recalculando:
Todos tenemos gente que nos simpatiza y personas con las que tenemos diferencias. Hoy el Evangelio nos invita a dar un paso hacia la reconciliación. Haz un ejercicio mental y piensa en aquellas personas que sientes que te han causado algún daño y contra las cuales aún sientes rencor. Reza por ellas, encomienda a Dios esos sentimientos negativos y deja que la gracia de tu amor sane tus heridas.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 5:20-26
«Yo les aseguro que si ustedes no son más obedientes que los fariseos y los maestros de la Ley, nunca entrarán en el reino de Dios.
»Recuerden que hace mucho tiempo Moisés dijo: “No maten, pues si alguien mata a otro, será castigado”. Pero ahora yo les aseguro que cualquiera que se enoje con otro tendrá que ir a juicio. Cualquiera que insulte a otro será llevado a los tribunales. Y el que maldiga a otro será echado en el fuego del infierno.
»Por eso, si llevas al altar del templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo, deja la ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona, y después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios.
»Si alguien te acusa de haberle hecho algo malo, arregla el problema con esa persona antes de que te entregue al juez. Si no, el juez le ordenará a un policía que te lleve a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí sin que antes pagues hasta la última moneda que debas.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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