Reflexiona:
El Evangelio dice de Jesús: «Lo seguía mucha gente que había oído hablar de las cosas que él hacía».
Piensa:
Seguramente alguna vez en tu vida pasaste por algún lugar público y viste que mucha gente se reunía porque había alguien que era una figura reconocida por muchos. Puede ser un actor de cine o televisión, o un deportista famoso, o un cantante. La gente cuando reconoce a estos personajes inmediatamente quiere ir a saludarlos y hasta pedirles un autógrafo o sacarse fotos para mostrar a sus amigos que estuvieron con este personaje.
El Evangelio de hoy nos habla que Jesús era reconocido y la gente lo seguía. Principalmente porque buscaban de él un milagro o una sanación. Es momento de pensar entonces si tú sigues al Señor, ¿qué es lo que te motiva a ser un seguidor de él? ¿Te acercas a Jesús cuando estás pasando un momento difícil y por eso vas a pedirle ayuda? ¿Sólo vas cuando estás en un apuro? ¿Reconoces que Jesús es el Salvador de la humanidad y por lo tanto también tu Salvador personal?
Es importante darse cuenta que en el texto muchos siguen a Jesús por varios motivos y sin embargo son los espíritus impuros que habían poseído a la gente que lo reconocían como el Hijo de Dios. Es un buen momento para liberarte hoy de todo lo que te hace daño y pedirle al Señor que limpie y te sane. Sólo Él puede hacerlo. No dejes pasar esta oportunidad.
Dialoga:
Señor Jesús, estoy dándome cuenta que muchas veces me acerco a ti solo por un interés personal. En algunas ocasiones cuando tengo un examen de la escuela, o cuando estoy enfermo o algún ser querido pasa por una necesidad. Hoy quiero pedirte que me ayudes a reconocerte cada día más como mi Señor y Salvador. Que cada acto de mi vida esté marcado por la presencia tuya en mi vida. Limpia de mi todo eso que es impuro, perdona mis faltas, libérame de las ataduras y vicios que a veces me aprietan. Dame Señor Jesús la posibilidad de reconocerte mejor cada día de mi vida.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor Jesús, tú eres el Hijo de Dios»
Recalculando:
Reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, implica una alegría, porque no sólo conoces a un personaje histórico, sino alguien presente en tu vida. Para darte cuenta de la importancia que tiene esta buena noticia, te invitamos a que hagas un repaso de las personas que te rodean y escoge una de ellas, que a lo mejor tenga una necesidad y que espera una palabra de aliento. Tu cercanía, tu amistad desinteresada puede ayudarla y tú darás testimonio de Jesús ante esta persona.
Texto del Evangelio de hoy: San Marcos 3:7-12
Jesús se fue con sus discípulos a la orilla del lago. Los seguía mucha gente que había oído hablar de las cosas que él hacía. Era gente de las regiones de Galilea y de Judea, de la ciudad de Jerusalén y de Idumea. Algunos venían también del otro lado del río Jordán, y de los alrededores de las ciudades de Tiro y de Sidón.
Como había tanta gente, Jesús les pidió a sus discípulos que prepararan una barca, para que la gente no lo apretujara. Aunque Jesús había sanado a mucha gente, todavía quedaban muchos enfermos que lo rodeaban y que querían tocarlo para quedar sanos.
Cuando los espíritus malos veían a Jesús, caían al suelo y gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»
Pero Jesús les advertía muy seriamente que no dijeran a la gente quién era él.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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