Reflexiona:
«Les aseguro que ustedes sufrirán mucho, igual que yo. Pero sólo Dios decide quiénes serán los más importantes en mi reino. Eso no lo decido yo.»
Piensa:
Cuando se aproximan los procesos electorales en cualquier nivel, no es raro ver a los «amigos» de los candidatos siendo más activos en la campaña, con miras a qué en caso de ganar puedan obtener puestos importantes en el gabinete de su gobierno.
Algo similar es lo que sucedía con los discípulos. Jesús les decía que el momento de ir a su reino se acercaba, que pronto su gloria se manifestaría y ellos, ingenuamente, seguían pensando que se refería a un reino terrenal y por lo tanto empezaban a pensar cuál sería el rango que les tocaría.
Y hoy en día nos sigue sucediendo lo mismo. No es raro escuchar frases como: «ahora que voy a la Iglesia parece que todo va mal», «De qué te sirve ser tan religioso si no tienes nada», es decir, seguimos pensando que seguir a Cristo es como un paseo por el campo sereno y tranquilo. Nos olvidamos de que seguir a Cristo es seguir el camino de la cruz, es difícil y lleno de pruebas; y por eso muchas veces nos sentimos «decepcionados» de los resultados.
Por eso Jesús nos recuerda que para seguirlo debemos convertirnos en servidores. Debemos olvidarnos de nuestro egoísmo y entregarnos a nuestros hermanos, solo a través del esfuerzo y con la ayuda de Dios venceremos los obstáculos para poder disfrutar de la verdadera y plena felicidad en su compañía.
Dialoga:
Señor Jesús, cada día me sigues llamando y hablando de tu reino, y yo cegado por el egoísmo y la vanidad no puedo ver más allá de mis propios intereses mundanos; por eso hoy te pido que me ayudes a abrir mi corazón para saber entregarme al servicio de mis hermanos, como tu lo hiciste, porque sé que ese es el único camino para lograr la verdadera felicidad.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a seguirte»
Recalculando:
Redireccionar la vida pensando en seguir a Jesús, es tomar acciones humildes y sencillas para para estar cerca de él. No se trata de ser reconocidos públicamente, sino de algo humilde. Te invito hoy a que realices algún servicio de humildad a quien lo necesita. Puede ser ir al encuentro de una persona que aún no sabe bien cómo hacer un trabajo y tú le ofreces enseñarle con paciencia. Recuerda que enseñar al que no sabe es una obra de misericordia. Verás que tu vida se entiende mejor desde el servicio.
Texto del Evangelio de hoy: San Marcos 10:32-45
Los discípulos iban confundidos, mientras Jesús caminaba delante de ellos hacia Jerusalén. Por su parte, los otros seguidores estaban llenos de miedo. Jesús volvió a reunirse a solas con los doce discípulos, y les contó lo que le iba a pasar:
«Como pueden ver, ahora vamos a Jerusalén. Y a mí, el Hijo del hombre, me entregarán a los sacerdotes principales y a los maestros de la Ley. Me condenarán a muerte y me entregarán a los enemigos de nuestro pueblo, para que se burlen de mí, y para que me escupan en la cara y me maten; pero después de tres días resucitaré.»
Sus discípulos Santiago y Juan, que eran hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron:
—Maestro, queremos que nos hagas un favor.
Jesús les preguntó:
—¿Qué es lo que quieren?
Ellos le contestaron:
—Por favor, cuando estés en tu reino poderoso, déjanos sentarnos a tu lado, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.
Jesús respondió:
—Ustedes no saben lo que piden. ¿Están dispuestos a sufrir todo lo malo que va a pasarme?
Ellos dijeron:
—Sí, lo estamos.
Jesús les dijo:
—Les aseguro que ustedes sufrirán mucho, igual que yo. Pero sólo Dios decide quiénes serán los más importantes en mi reino. Eso no lo decido yo.
Cuando los otros diez discípulos supieron lo que Santiago y Juan habían pedido, se enojaron con ellos. Entonces Jesús los llamó a todos y les dijo:
—Ustedes saben que los que se sienten jefes y grandes señores se portan como los amos del mundo e imponen su autoridad sobre todos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, si alguien quiere ser importante, tendrá que servir a los demás. Si alguno quiere ser el primero, deberá ser el esclavo de todos. Yo, el Hijo del hombre, soy así. No vine a este mundo para que me sirvan, sino para servir a los demás. Vine para liberar a la gente que es esclava del pecado, y para lograrlo pagaré con mi vida.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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