Reflexiona:
Jesús dijo: «A ustedes les conviene que me vaya. Porque si no me voy, el Espíritu que los ayudará y consolará no vendrá».
Piensa:
Casi todos cuando fuimos niños sufrimos lo que se conoce como «ansiedad por separación», quizá no lo recordemos, pero basta darse una vuelta por una guardería o una escuela el primer día de clases, muchos niños sufren severas crisis cuando ven que sus papás se alejan. Pero con el paso de los días se dan cuenta que esa separación no es definitiva y entonces se supera la ansiedad.
Este mismo cuadro es el que viven los discípulos en el Evangelio. Jesús sabe que se acerca el momento de la separación y trata de preparar a sus discípulos, pero ellos se ponen tristes al sentir que no lo tendrán presente, que no podrán verlo, convivir con él, como lo han hecho los últimos años. Sin embargo, Jesús sabe que esa separación es solo momentánea y que es necesaria para poder pasar a la siguiente fase de su misión.
Hoy nosotros mismos podemos experimentar esta ansiedad por la separación. Muchas veces nos sentimos solos y abandonados porque «no vemos a Jesús», y nos hundimos en la depresión, olvidando que al irse nos ha enviado al Paráclito, el Espíritu Santo; que nos acompaña para mantener presente en nuestros corazones las palabras de Jesús; que viene a confortarnos y a guiarnos en medio de las tribulaciones para mantenernos firmes en nuestra misión.
Pero al igual que Jesús, el Espíritu Santo no es un parásito invasor que se aferra a nosotros, sino un invitado, es necesario tener la disposición para recibirlo en nuestros corazones y para que se mantenga ahí. Hoy Jesús nos dice a cada uno: no estés triste. Quizá no me ves físicamente, pero sigo aquí. Mi espíritu te acompañará, si lo dejas. Y podrás encontrarme en tu prójimo, en el interior de tu alma, en la oración.
¿Crees verdaderamente que Jesús y el Espíritu Santo están presentes en tu vida? ¿Estás preparado para dejarlos entrar en tu corazón?
Dialoga:
Espíritu Santo, tú eres la fuente de la alegría y la santidad. Te pido que vengas a mi corazón, que habites en mí y me hagas dócil a tus inspiraciones para actuar siempre conforme a la voluntad de Dios y para no dejar que la depresión y la tristeza me aparten del amor de Jesús.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Espíritu Santo, ven y habita en mi corazón»
Recalculando:
Para reorientar nuestra vida, te propongo que te fijes una meta clara, donde se observe tu decisión de crecer integralmente y ayudar también al prójimo a crecer. Esto debe ser medible, para que al final del día puedas reconocer que esto que hiciste, fue gracias al Espíritu Santo que habita en ti.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 16:5-11
«Pero ahora que regreso para estar con Dios mi Padre, ninguno de ustedes me pregunta a dónde voy. Sin embargo, se han puesto muy tristes por lo que les dije. En realidad, a ustedes les conviene que me vaya. Porque si no me voy, el Espíritu que los ayudará y consolará no vendrá; en cambio, si me voy, yo lo enviaré.
»Cuando el Espíritu venga, hará que los de este mundo se den cuenta de que no creer en mí es pecado. También les hará ver que yo no he hecho nada malo, y que soy inocente. Finalmente, el Espíritu mostrará que Dios ya ha juzgado al que gobierna este mundo, y que lo castigará. Yo, por mi parte, regreso a mi Padre, y ustedes ya no me verán.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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