Reflexiona:
Una mujer que no era judía…se arrodilló delante de Jesús y le rogó que librara de un espíritu malo a su hija.
Piensa:
En tiempo de Jesús había una enorme barrera sociopolítica entre los judíos y «los paganos o gentiles», que es cómo llamaban al resto de los pueblos que profesaban otras religiones. Por eso es muy importante el acto que nos narra este pasaje del Evangelio, nos habla de una mujer que no era judía, pero que, en medio de su desesperación por conseguir la sanación de su hija, recurre a Jesús. Seguramente había escuchado de los milagros que él había obrado antes y de cómo expulsaba demonios y curaba enfermedades, y con sólo saber de Jesús ya tiene la suficiente fe y confianza como para pedirle que ayude a su hija.
Qué grande puede ser la fe de muchas personas, que aún lejos de Dios saben reconocerlo y acuden a él, ¿no te parece? Hoy Jesús nos demuestra una vez más que la salvación no proviene de nuestro apellido familiar, la marca de nuestra ropa, nuestra raza o nacionalidad. Sino que viene del corazón. Cuando somos capaces de despojarnos de nuestros miedos, y cuando estamos dispuestos a cruzar el camino que nos aleja de Dios, entonces él puede obrar grandes cosas en nosotros.
Imagina todo lo que tuvo que pasar esa mujer para acercarse a Jesús, seguramente no fue fácil llegar a él, pero se esforzó y puso su confianza en él y consiguió la salud de su hija. ¿Qué es lo que necesitas hoy de Dios? ¿Estás dispuesto a dejar que él actúe en tu vida? ¿Qué cosas son las que debes dejar atrás para poder llegar a él?
Dialoga:
Señor Jesús, gracias porque siempre estás esperando que yo recurra a ti y siempre estás dispuesto a remediar mis necesidades. Te pido que me ayudes a imitar a esa mujer cananea para aprender a tener una oración sincera como la de ella, que siempre sea yo tan insistente y confiado como ella, para que tú puedas realizar grandes obras en mi vida.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Gracias Señor, por escucharme siempre»
Recalculando:
Una verdadera oración se caracteriza por ser humilde, confiada, llena de fe, pero sobre todo perseverante. Hoy te invitamos a profundizar en tus diálogos con Dios, no dejes que la desconfianza te haga dejar de pedir, recuerda a la mujer del Evangelio, si eres perseverante Dios te escuchará. ¿Cuál es esa necesidad que quieres poner en sus manos?
Texto del Evangelio de hoy: San Marcos 7:24-30
Después, Jesús salió de allí y fue hasta la región de la ciudad de Tiro. En ese lugar, se quedó unos días en una casa, y no quería que nadie supiera dónde estaba. Pero no pudo esconderse.
Una mujer supo que Jesús estaba en el lugar, y fue a buscarlo, pues su hija tenía un espíritu malo. Esta mujer no era judía; era de la región de Fenicia, que está en Siria. Cuando encontró a Jesús, se arrodilló delante de él y le rogó que librara del espíritu malo a su hija. Pero Jesús le dijo:
—Deja que primero coman los hijos, pues no está bien quitarles la comida para echársela a los perros.
Y ella le contestó:
—¡Señor, eso es cierto! Pero aun los perros comen las sobras que se les caen a los hijos debajo de la mesa.
Jesús le dijo:
—¡Mujer, es muy cierto lo que dices! Vete tranquila a tu casa, pues el demonio ya salió de tu hija.
La mujer regresó a su casa y, cuando llegó, encontró a su hija acostada en la cama. El demonio ya había salido de ella.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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