Evangelio de hoy: San Lucas 12:35–40
Reflexiona:
Jesús dijo: «Ustedes tienen que estar siempre listos».
Piensa:
Hay épocas de nuestras vidas en las que todo parece muy calmado: nos va bien en la escuela, nuestra familia parece estar calmada, nos sentimos rodeados de amigos; y esta calma hace que sea fácil perder el suelo y como que flotamos en una burbuja. Y de repente esa burbuja se rompe y nos toma desprevenidos la adversidad y la depresión se apodera de nuestras vidas.
Eso es precisamente lo que nos previene el Evangelio de hoy. Nos pide no confiarnos de la calma y dejar que nuestro corazón se duerma. Es necesario mantener nuestra mente alerta en todo momento. No descuidar a nuestros amigos aunque todo parezca feliz, no olvidarnos del diálogo en familia aunque no haya problemas, no olvidarnos de estudiar para el examen, aunque estemos seguro de que el examen será fácil.
Mantenernos alerta en la vida nos ayuda a que la adversidad no nos sorprenda y siempre tendremos un plan de contingencia listo para mantenernos a flote cuando todo parezca derrumbarse.
Dialoga:
Señor Jesús, cuántas veces me he olvidado de hablar contigo cuando todo en mi vida parece ir bien, y solo cuando las penas me atormentan recurro a tu ayuda; y Tú, en tu infinito amor siempre estás dispuesto para ayudarme. Hoy quiero pedirte perdón por mi ingratitud y quiero pedirte que me ayudes a mantenerme alerta. No permitas que me suelte de tu mano, porque el mundo es traicionero.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Tener el corazón alerta»
Recalculando:
El cuidado de nuestro cuerpo es un reflejo de amor propio y nos enseña a valorar cosas más importantes como nuestra salud espiritual. Hoy te invitamos a hacer un recuento de los malos hábitos que pueden estar dañando tu salud: comida chatarra, sedentarismo, sobrepeso… ¿Qué acciones o actitudes son necesarias para revertir esos problemas? ¡Ponte en acción!
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 12:35–40
»Ustedes tienen que estar siempre listos. Deben ser como los sirvientes de aquel que va a una fiesta de bodas. Ellos se quedan despiertos, con las lámparas encendidas, pendientes de que su dueño llame a la puerta para abrirle de inmediato. ¡Qué felices serán cuando llegue el dueño a la casa, en la noche, o en la madrugada! Les aseguro que el dueño hará que sus sirvientes se sienten a la mesa, y él mismo les servirá la comida.
»Si el dueño de una casa supiera a qué hora se va a meter un ladrón, lo esperaría para no dejarlo entrar. Ustedes deben estar listos, porque yo, el Hijo del hombre, vendré a la hora que menos lo esperen.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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