Evangelio de hoy: San Lucas 14:1-6
Reflexiona:
Es preferible la misericordia con los demás que el cumplimiento frío de la ley.
Piensa:
Existen muchas personas a las que todo parece molestarles y que siempre encuentran un motivo para criticar las acciones de los demás, pero cuando se les pide ayudar no mueven un dedo. Y esto no es nada nuevo. Desde siempre han existido grupos cerrados que se enorgullecen de cumplir las leyes y los reglamentos al pie de la letra, aunque eso signifique ignorar el dolor ajeno. Evidentemente estas actitudes deben ser seriamente revisadas. ¿Te sucede a ti alguna vez?
Hoy, Jesús nos recuerda que el principio más importante de nuestras vidas debe ser el bien común, el amor, la caridad al prójimo. No dejemos que las opiniones de gente de mentalidad cerrada nos impidan hacer el bien, preocupémonos por ser útiles a la sociedad dejando una huella significativa. Y también evitemos ser un estorbo para quienes quieren ayudar, no dejemos que una mentalidad burocrática nos haga ignorar el bien común. Seamos propositivos, actuemos para hacer el bien ante el dolor ajeno, porque nuestra buena voluntad es importante, pero las acciones son las que hacen la diferencia.
Dialoga:
Señor Jesús, dame la voluntad de hacer el bien siempre, sin importar las críticas que pueda recibir. Ayúdame a encontrar la felicidad en el servicio a mis hermanos. Hazme firme ante la adversidad para ser un mensajero de tu esperanza y de tu amor.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «El amor está por encima de todo»
Recalculando:
La reflexión de hoy nos invita a tener una actitud más propositiva y menos acusadora. Puedes empezar en tu círculo cercano mostrando tu empatía por las necesidades de tus hermanos y otros familiares; o dando apoyo moral y físico a tus amigos o vecinos en sus buenas obras. No juzgues sin conocer. Involúcrate en las tareas de tu comunidad con una actitud positiva.
Texto del Evangelio de hoy:
Un sábado, Jesús estaba cenando en la casa de un jefe de los fariseos. Todos los que estaban presentes lo vigilaban muy atentos. De pronto, un hombre que tenía las piernas y los brazos hinchados se paró delante de él. Jesús miró a los maestros de la Ley y a los fariseos, y les preguntó: «¿Se debe, o no se debe sanar a un enfermo el día de descanso?» Ellos se quedaron callados.
Entonces Jesús tomó de la mano al enfermo, lo sanó y lo despidió. Después, les preguntó a los que estaban presentes: «Si uno de sus hijos, o uno de sus bueyes, se cayera en un pozo, ¿no es cierto que lo sacarían de inmediato, aunque fuera sábado?» Pero ellos no pudieron decir nada.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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