Reflexiona:
«Son muchos los que necesitan entrar al reino de Dios, pero son muy pocos los discípulos para anunciarles las buenas noticias.»
Piensa:
En muchos países azotados por la pobreza o por las guerras, existen grandes cantidades de personas que sufren necesidad; pero también en las periferias de las ciudades más ricas del mundo. Incluso en los alrededores de las zonas de mayor poder adquisitivo viven personas que se encuentran al otro extremo de esa realidad; y la mayoría de las veces esto sucede ante la indiferencia de una sociedad que no se acostumbra a ver más allá de las propias necesidades. Y peor aún, muchas veces, ante la mirada indiferente de cristianos que rodean al necesitado en su camino a la iglesia.
Para poder realmente integrarnos como sociedad, y más importante aún, para poder llamarnos cristianos y discípulos de Jesús, es necesario dejar de ver solo por nosotros mismos, dejar de pensar por un momento en nuestras necesidades y levantar la mirada para ver qué necesitan las personas que están a nuestro alrededor.
Muchas personas sufren en silencio y soledad, pero en nuestras manos está la posibilidad de marcar una diferencia. No solo hay personas con necesidades materiales, sino espirituales y emocionales, personas que viven sumidas en la depresión, el miedo y el abandono. Que sufren la falta de amor porque se encuentran solas o aisladas de sus seres queridos.
Muchas veces ante las necesidades del mundo pensamos que «alguien tiene que hacer algo», pero ¿alguna vez te has puesto a pensar que ese «alguien, puedes ser tú?».
El Evangelio de hoy nos muestra a un Jesús que ante las necesidades del pueblo no se queda indiferente, sino que actúa, sale a su encuentro, los instruye, les ayuda en sus necesidades, les brinda amor y compañía. Es momento de dejar de esperar que las soluciones lleguen, y empezar a trabajar para convertirnos en parte de la solución, tomemos la iniciativa de poner nuestro «granito de arena» para hacer de nuestro entorno un ambiente más ameno y equitativo.
La mies es mucha, los problemas del mundo son muchos, pero si todos hacemos un poquito para hacer un cambio, entonces grandes cosas sucederán. Una gota no alivia la sequía, pero cuando se juntan miles de gotas forman una gran lluvia que puede hacer reverdecer la estepa más árida.
Así que ¡Manos a la obra!
Dialoga:
Gracias Señor, el mundo necesita ayuda, necesita tu amor y tu consuelo, dame el valor y la gracia de saber ser un instrumento tuyo para construir una mejor realidad para mis hermanos. Que sepa hacer una diferencia positiva en mi hogar, mi colegio, mi trabajo, mi comunidad. Que siempre esté atento a las necesidades de los demás como tú siempre estás atento a mis necesidades.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, hazme un instrumento de cambio»
Recalculando:
Para que puedas ver bien tu «GPS espiritual» te invitamos a que puedas encontrar cerca de donde tú te mueves normalmente a personas, grupos o instituciones en las que puedas generar un cambio positivo. Puede ser alguien que incluso tenga muchos títulos académicos, pero le falta conocer al Señor, o en nombre del Señor apoyar instituciones que encuentras en las que puedan dar un aporte solidario para un mundo mejor. Entiende que tu vida tiene sentido si también sirves a los demás.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 9:32-38
Después de que aquellos hombres salieron de la casa, unas personas le trajeron a Jesús un hombre que no podía hablar porque tenía un demonio. Cuando Jesús expulsó al demonio, el hombre pudo hablar. La gente que estaba allí se quedó asombrada, y decía: «¡Nunca se había visto algo así en Israel!»
Pero los fariseos decían: «Si Jesús expulsa a los demonios, es porque el jefe mismo de todos los demonios le da ese poder.»
Jesús recorría todos los pueblos y las ciudades. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios, y sanaba a la gente que sufría de dolores y de enfermedades. Y al ver la gran cantidad de gente que lo seguía, Jesús sintió mucha compasión, porque vio que era gente confundida, que no tenía quien la defendiera. ¡Parecían un rebaño de ovejas sin pastor!
Jesús les dijo a sus discípulos: «Son muchos los que necesitan entrar al reino de Dios, pero son muy pocos los discípulos para anunciarles las buenas noticias. Por eso, pídanle a Dios que envíe más discípulos, para que compartan las buenas noticias con toda esa gente.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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