Reflexiona:

«Cuando hagan el bien, háganlo en secreto y Dios el Padre, que conoce ese secreto, les dará a ustedes su premio.»

Piensa:

El mundo nos ha enseñado a esperar una recompensa o reconocimiento por cada cosa que hacemos, esto se debe en parte a la educación que hemos recibido. Cuando somos niños: premio si guardamos silencio, si sacamos buenas notas, si nos portamos bien. Cuando somos adultos: premio por llegar temprano, empleado del mes si cumplimos ciertas metas.

Hoy el Evangelio nos invita a hacer todo lo contrario, nos dice que debemos evitar buscar el reconocimiento humano por nuestras buenas acciones, sino preferir que sea Dios quien nos dé nuestra recompensa, que es mucho mejor.

Esto pareciera contraponerse un poco a otro momento del Evangelio en el que Jesús les dice a sus discípulos: «Ustedes son la luz del mundo» y les invita a ser un ejemplo para los demás. Pero en este caso Jesús no dice que ocultemos nuestra fe o nuestra alegría de ser hijos de Dios, sino que nos pide que cuando queremos hacer una obra solo por amor a Él, algún acto que queremos ofrecerle solo a él, entonces no nos preocupemos por hacerlo saber a los demás.

Y tú, ¿cuáles son tus motivaciones cuando realizas una buena acción? ¿Lo haces por quedar bien delante de los demás? ¿Eres capaz de hacer buenas obras aun cuando nadie se entere?

Dialoga:

Señor Jesús, no permitas que la vanidad nuble mi juicio y me haga actuar solo para buscar el reconocimiento de los demás. Ayúdame a buscar solo tu amor y a imitarte en la humildad y el servicio a mis hermanos.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Dios está en lo secreto»

Recalculando:

El evangelio de hoy nos invita a practicar la caridad como un acto de entrega a Dios, proponte una acción anónima: puede ser una donación económica a una casa hogar, llevar víveres o ropa a algún centro de caridad, darle comida a alguna persona necesitada que haya en tu camino. Busca la oportunidad de hacer algo en secreto, solo para Dios.

Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 6:1-6, 16-18

«Cuando ustedes hagan una buena acción, no lo anuncien por todos lados; de lo contrario, Dios su Padre no les dará ningún premio.

»Si alguno de ustedes ayuda a los pobres, no se ponga a publicarlo en las sinagogas ni en los lugares por donde pasa la gente; eso lo hacen los hipócritas, que quieren que la gente los alabe. Les aseguro que ése es el único premio que ustedes recibirán.

»Cuando alguno de ustedes ayude a los pobres, no se lo cuente a nadie. Así esa ayuda se mantendrá en secreto, y Dios el Padre, que conoce ese secreto, les dará a ustedes su premio.

»Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas. A ellos les encanta que la gente los vea orar. Por eso oran de pie en las sinagogas y en los lugares por donde pasa mucha gente. Pueden estar seguros de que no tendrán otra recompensa.

»Cuando alguno de ustedes ore, hágalo a solas. Vaya a su cuarto, cierre la puerta y hable allí en secreto con Dios, su Padre, pues él da lo que se le pide en secreto.

»Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas. A ellos les gusta que la gente sepa que están ayunando. Les aseguro que ése será el único premio que ellos recibirán. Cuando ustedes ayunen, péinense bien y lávense la cara, para que la gente no se dé cuenta de que están ayunando. Sólo Dios, su Padre, quien conoce todos los secretos, sabrá que están ayunando y les dará su premio.»

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.