Reflexiona:
«Que mal les va a ir […] Porque imponen mandamientos muy difíciles de cumplir, pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo por cumplirlos.»
Piensa:
Las costumbre de disfrazarse data de la antigua Roma en la que existían fiestas llamadas «saturnales», en los que las personas se disfrazaban para olvidarse de las normas sociales y dedicarse al desenfreno; y esta característica del anonimato fue la razón de su popularidad en la época de los grandes reinados europeos, ya que daba la libertad a ricos y pobres de actuar como quisieran escudados detrás de una máscara y luego regresar a sus actividades cotidianas «sin remordimientos» ya que nadie sabía quién era quién. Eran como válvulas de escape de la cotidianidad para que pudieran actuar según sus instintos.
Hoy en día los disfraces ya no son tan populares como «escape» de la realidad, sin embargo, se ha popularizado más los «disfraces sociales», nos acostumbramos a fingir en la vida cotidiana y hacemos de nuestro vivir, una eterna máscara. A esto se le conoce como doble moral. Que se refiere a las personas que dan un discurso en público, pero en lo privado son diferentes e incluso todo lo contrario a las apariencias.
La doble moral se ha vuelto una cosa muy común, casi podríamos decir que la consideramos normal, aunque por dentro pensamos que no está bien, en la práctica no solo la toleramos, sino que muchas veces la ponemos en práctica.
Esta semana Jesús nos ha invitado a reflexionar sobre la falsedad y sobre cómo nos aleja de la felicidad, porque nos encierra en un torbellino en el que necesitamos cada vez mentiras más grandes para cubrir lo que creemos que son pequeñas mentiras diarias.
Y aunque las palabras de Jesús son fuertes, lejos de sentirnos ofendidos, lo que debemos hacer es reconocer el daño que nos hace vivir una doble vida, e iniciar un cambio en esa rutina de la doble cara. Comencemos a ser personas reales y auténticas, aprendamos a decir la verdad con humildad y responsabilidad, para que poco a poco podamos romper el ciclo de la falsedad.
Hoy el Evangelio nos invita a reflexionar sobre esas «máscaras» que llevamos por la vida, son algo muy dañino, no ser quien somos nos hace infelices y nos daña física, emocional y espiritualmente.
¿Cuáles son las máscaras que llevas para ocultar tus emociones, sentimientos o pensamientos? ¿Cuáles son los miedos que te hacen pensar y actuar de manera diferente? ¿Cómo te ha afectado vivir con esos bloqueos? ¿Estás dispuesto a dejar las máscaras para ser auténtico y convertirte en una mejor persona?
Dialoga:
Señor Jesús, ayúdame a reconocer mis debilidades para poder trabajar en mejorar y poco a poco convertirme en la mejor versión de mi mismo, que tú quieres que sea. Permíteme ser auténtico y siempre caminar bajo la luz de la verdad, para que no pierda el camino que me dirige hacia ti.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, quita las máscaras de mi vida»
Recalculando:
Mira a tu interior, haz el ejercicio como si vieras toda tu vida desde afuera. Sin juicios, pero buscando dónde dices una cosa y realizas otra. Allí encuentra al menos una situación donde te das cuenta de la máscara social que usas. Normalmente es para quedar bien, pero hoy te invito a que encuentres a alguien a quien ayudar en su vida, y que puedas ir tú, sin máscaras, sencillo, a ayudar y apoyar. Tal vez es una actividad donde puedes hacer un servicio humilde como servir la mesa, lavar los platos y no sobresalga esa máscara de querer mostrar a alguien que no es en verdad. Aunque cuesta mucho hacerlo, debes empezar por una actividad y verás qué bien vas a ir sintiéndote cuando seas lo más sincero posible.
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 11:42-46
«¡Qué mal les va a ir! Ustedes se preocupan por dar a Dios, como ofrenda, la décima parte de las legumbres, de la menta y de la ruda que cosechan en sus terrenos. Pero no lo aman ni son justos con los demás. Deben dar a Dios la décima parte de todo, pero sin dejar de amarlo y sin dejar de ser justos.
»¡Qué mal les va a ir a ustedes, los fariseos! Cuando van a la sinagoga, les encanta que los traten como si fueran las personas más importantes. Les gusta que en el mercado la gente los salude con gran respeto.
»¡Qué mal les va a ir! Porque ustedes son como tumbas ocultas, que la gente pisa sin saberlo.
Entonces, un maestro de la Ley le dijo a Jesús:
—Maestro, todo esto que dices contra los fariseos, nos ofende también a nosotros.
Jesús le dijo:
—¡Qué mal les va a ir a ustedes también! Porque imponen mandamientos muy difíciles de cumplir, pero no hacen ni el más mínimo esfuerzo por cumplirlos.
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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