Reflexiona:
Todo aquel que se convierte en discípulo del reino de Dios, se parece al que va a su bodega, y de allí saca cosas nuevas y cosas viejas.
Piensa:
Vivimos en una cultura donde se nos educa para acumular tantas cosas como sea posible, desde las sencillas colecciones de recuerdos, ropa, zapatos; hasta sentimientos y emociones reprimidas. No nos permitimos dejar unas cosas para dar espacio a otras, sino que las vamos metiendo a la fuerza en nuestras vidas, hasta que llega un punto en que es insostenible.
Por eso el mensaje del Evangelio de hoy podemos tomarlo desde dos perspectivas, la perspectiva macro en que comparamos los peces con las personas, cada uno de nosotros será juzgado por «lo bueno» que seamos, así que debemos procurar llevar una vida coherente con el amor de Dios y buscar crecer en espiritualidad para ser, como dice el Evangelio hoy, un pescado de los que van a la cesta y no los que son desechados.
Pero también hay un nivel más personal en el discurso de Jesús. Él nos invita a abrir nuestros corazones para asimilar estas nuevas enseñanzas, porque muchas veces el problema no es que no logremos entender las cosas, sino que estamos tan apegados a nuestra forma de pensar y de actuar, que no buscamos la forma de hacer un cambio para mejorar. Es como nuestro clóset que muchas veces lo vamos llenando de cosas que ya pasaron de moda, o que son inútiles, quizá hay zapatos o ropa que hace mucho no usamos, pero siguen ahí, ocupando espacio, y cuando compramos una prenda nueva no encontramos espacio donde ponerla.
Ninguno de nosotros puede considerarse todo bondad o todo maldad. La verdad es que en nuestro interior siempre encontraremos cosas positivas y negativas, pero lo importante es no permitir que estas cosas nos impidan abrazar las buenas cosas que siguen llegando a nuestras vidas. Es necesario que aprendamos a renunciar a las cosas negativas del pasado, poco a poco; los rencores, las dudas, los traumas… porque solo así tendremos espacio para poder dejar entrar la esperanza, el amor y la felicidad a nuestras vidas.
Ahora es momento de pensar ¿Cuáles son las cosas que están ocupando espacio inútilmente en mi vida? ¿Qué debo sacar de mi vida para poder meter cosas nuevas?
Dialoga:
Señor Jesús, hoy quiero agradecerte porque nunca me dejas solo, siempre estás pendiente de mis necesidades y pones en mi camino las herramientas para poder superar los obstáculos que se me presenten. Te pido que me ayudes a saber mirar dentro de mí y poder reconocer las cosas que no son útiles, para dejarlas atrás y seguir delante de tu mano, y así algún día llegar a tu presencia como tú lo deseas.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, que sepa sacar de mi vida lo que no sirve»
Recalculando:
Recalcular con este texto nuestra vida parece más sencillo que en otros momentos. Mira las cosas que tienes acumuladas. Muchas de ellas están en buen uso, pero no las utilizas por lo menos hace un año. Esto es un buen signo que llevan ese tiempo sin usarse, es que ya debes regalarlas para quien las necesite. Hoy en día hay muchas instituciones que ayudan a gente con menos recursos y con las que tú puedes hacer un servicio ofreciendo estas cosas. Debes poner un tiempo para hacerlo, por ejemplo, decir no pasará de este próximo sábado. Las cosas que tienen una meta firme y con fecha, son más fáciles para evaluar.
Texto del Evangelio de hoy: San Mateo 13:47-53
«El reino de Dios se parece a una red de pescar. Los pescadores echan la red al mar, y en ella recogen toda clase de peces. Cuando la red ya está llena, la sacan a la orilla y se sientan a separar el pescado bueno del malo. Guardan el pescado bueno en una canasta, y tiran el pescado malo. Así también sucederá cuando llegue el fin del mundo: Los ángeles saldrán a separar a las personas buenas de las malas. A las malas las echarán en el infierno, y allí tendrán tanto horror que llorarán y les rechinarán los dientes.»
Jesús les preguntó a sus discípulos:
—¿Entienden ustedes todas estas enseñanzas?
Ellos contestaron:
—Sí, las entendemos.
Jesús les dijo:
—Todo maestro de la Ley que se convierte en discípulo del reino de Dios, se parece al que va a su bodega, y de allí saca cosas nuevas y cosas viejas.
Cuando Jesús terminó de enseñar con estos ejemplos, se fue de allí. Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004
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