En el matrimonio dos personas totalmente diferentes prometen vivir bajo el mismo techo y compartir, en las tardes de invierno, de la misma hoguera, su calor. Pero son dos cuerpos los que vienen por distintos caminos, dos mentes con ideas diferentes, dos corazones con otras experiencias de amor y de cariño. En ese caminar se cruzan y estas dos personas totalmente diferentes deciden unirse en matrimonio.
Eran dos cuerpos —antes—, y dos mentes, y dos corazones. Pero desde el momento cuando el Señor guio sus pasos cansados del camino para que se cruzaran, desde el momento cuando el Señor inspiró sus corazones ávidos de amor para que hablaran, desde el momento en que el Dios del universo permitió que estos dos cuerpos, estas dos mentes, estos dos corazones se juntaran; ya no son dos —eso era antes—, son ahora una sola persona.
Son uno para caminar juntos el resto del camino aun sin recorrer (camino de sudores, cansancio y obstáculos). Son uno para palpitar juntos al ritmo del amor de Dios que todo lo perdona, lo espera y lo soporta. Son uno en su mente para ver hacia el futuro un único proyecto, diciendo: «De ahora en adelante, no soy yo, somos nosotros».
Ayúdame Señor, con tu amor infinito, a amar como tú mandas al amor de mi vida; a amar como tu Hijo amó a la iglesia: con generosidad, totalmente y en actitud de entrega. Ven Señor y guía, de nuevo, nuestros pasos. Que mi pareja y yo caminemos juntos cada día. Que al final de este camino lleguemos, también juntos, hasta ti.
He aquí algunos versículos sobre la unión de los esposos:
- Génesis 2:22-24
De esa costilla Dios el Señor hizo una mujer, y se la presentó al hombre, el cual, al verla, dijo: «¡Ésta sí que es de mi propia carne y de mis propios huesos! Se va a llamar “mujer”, porque Dios la sacó del hombre». Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos llegan a ser como una sola persona. - Mateo 19:5-6
«Y dijo: “Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su esposa, y los dos serán como una sola persona.” Así que ya no son dos, sino uno solo. De modo que el hombre no debe separar lo que Dios ha unido». - Efesios 5:33
En todo caso, que cada uno de ustedes ame a su esposa como a sí mismo.
Te invito a leer la Palabra de Dios para que, a través de la vida matrimonial, la unión de los dos adquiera la fuerza que solamente viene de Dios.
¿Cómo ayuda la Palabra de Dios a la unión matrimonial? Déjanos tu comentario.
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