Reflexiona:

Herodes le tenía miedo a Juan y lo protegía, porque sabía que Juan era un hombre justo y santo. Y aunque Herodes no sabía qué hacer cuando lo oía hablar, lo escuchaba de buena gana.

Piensa:

En un mundo gobernado por la mentira, decir la verdad es el máximo delito. Nunca ha sido fácil ser un testigo de la verdad. Hoy en día siguen muriendo muchas personas por defenderla, activistas sociales, periodistas, políticos, médicos, sacerdotes; personas que no se han dejado intimidar por las amenazas de los poderosos y han tenido que pagar con sus vidas.

Quizá la mayoría de nosotros no pongamos en peligro nuestra vida, pero sin duda alguna debemos ser fuertes cuando queremos hablar con la verdad, seremos juzgados, criticados, ridiculizados. Hoy el mundo nos pide dejar de hablar de la defensa de la vida, de la familia de los valores, del valor del cuerpo; nos quiere obligar a hablar en contra de nuestros principios morales para darles «luz verde» y hacer leyes y actividades que van en contra de lo que Jesús nos ha dejado como herencia.

Y no se trata de ser fanáticos que estén en contra del progreso y de construir una sociedad más justa, pero siempre habrá cosas que no son negociables, y debemos mantenernos firmes para defenderlas.

Hoy conmemoramos el martirio de Juan el Bautista quien durante su vida supo levantar la voz para anunciar la buena noticia, pero también para denunciar las injusticias y la maldad del mundo. Y le tocó pagar con su vida.

Casi pareciera que fue derrotado, si lo vemos solo desde el punto de vista humano, el fue perseguido, encarcelado, asesinado. Podríamos pensar que fracasó, pero recordemos que Jesús nos dijo que solo la semilla que cae en tierra y muere es capaz de dar fruto. Y hoy lo vemos cumplido en Juan y en tantos santos que a lo largo de la historia han sido valientes para defender lo que es correcto.

Ojalá todos nosotros seamos igual de valientes para no dejarnos intimidar por un mundo que no quiere escuchar la verdad, sigamos siendo críticos y activos para defender siempre lo que es justo, a pesar de las críticas y las consecuencias. ¡Seamos firmes!

Dialoga:

Señor Jesús, dame la gracia y el valor de saber imitar a san Juan el Bautista, y mantenerme siempre firme a tus enseñanzas. Que sepa tener una actitud crítica ante las decisiones que debo tomar en el día a día para elegir aquello que sea para el bien de la Iglesia y de la sociedad.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que sea valiente para defender la verdad»

Recalculando:

En los últimos meses en muchos países se realizan grandes movimientos sociales, políticos y religiosos; te invitamos a dejar de ser un espectador pasivo y a involucrarte en la toma de decisiones para apoyar lo correcto. Realiza un momento de oración para pedirle a Dios que te ayude a ser valiente y a ir siempre a favor de la verdad.

Texto del Evangelio de hoy: San Marcos 6:17-29

Resulta que Herodes Antipas se había casado con Herodías, la esposa de su hermano Filipo, y Juan lo había reprendido, diciéndole: «No te está permitido tener a la esposa de tu hermano.»

Esto enfureció a Herodías, la cual decidió hacer todo lo posible para matar a Juan. Pero Herodes sólo mandó que lo arrestaran y lo metieran en la cárcel. Herodes le tenía miedo a Juan y lo protegía, porque sabía que Juan era un hombre justo y santo. Y aunque Herodes no sabía qué hacer cuando lo oía hablar, lo escuchaba de buena gana.

El día de su cumpleaños, el rey Herodes Antipas organizó una gran fiesta. Invitó a los jefes, a los comandantes y a la gente más importante de la región de Galilea. Herodías vio que ésa era su gran oportunidad para matar a Juan. Mientras cenaban, la hija de Herodías entró al salón y bailó delante de todos. Tanto le gustó el baile al rey Herodes y a todos los que estaban allí, que el rey le dijo a la muchacha:

—Pídeme lo que quieras, y yo te lo daré. Aun si me pides la mitad de mi reino, te juro que te lo daré.

La muchacha salió del salón, fue a donde estaba Herodías, su madre, y le preguntó:

—¿Qué podría pedir?

Herodías le respondió:

—Pide la cabeza de Juan el Bautista.

La muchacha entró de prisa al salón y le dijo al rey:

—Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista.

El rey se puso muy triste, pero no quiso negarle a la muchacha lo que pedía, porque se lo había jurado delante de sus invitados. Enseguida ordenó a un soldado que le trajera la cabeza de Juan. El soldado fue a la cárcel, le cortó a Juan la cabeza y se la llevó en un plato a la muchacha. Después, ella se la entregó a su madre.

Cuando los discípulos de Juan supieron esto, fueron a recoger el cuerpo de Juan y lo enterraron.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.