Reflexiona:

«Mi madre y mis hermanos son todos aquellos que escuchan y obedecen el mensaje de Dios».

Piensa:

«Un sueño posible» (“The Blind Side” en inglés) es una película que relata la historia de Michael Oher, un jugador profesional que tuvo inicios muy complicados: hijo de una madre drogadicta, su hogar se desintegra y comienza a andar sin rumbo, hasta que Leigh Anne Tuohy, una mujer generosa, que cree en la ayuda desinteresada para influenciar positivamente en la vida de otros, decide acogerlo en su casa, primero como huésped y más tarde lo adopta legalmente.

Y esto es lo relevante con el Evangelio del día, Jesús nos invita a reflexionar sobre la familia, pero no solo la familia de sangre, sino con la que compartimos lazos del corazón, la familia que está unida por el amor y la generosidad. Y, ¿dónde podemos encontrar esa familia?

Aquí viene lo interesante, casi siempre pensamos que «nos gustaría encontrar un grupo con quien compartir esos ideales y construir un futuro mejor», pero lo que debemos hacer es dar el primer paso para construir esa familia de amor; y muchas veces podemos empezar por nuestra propia familia en casa, pero no debemos limitarnos ahí, sino que debemos ver en todos, a un hermano.

Si comenzamos por sentirnos hijos de Dios y aprendemos a reconocer en los demás a otros hijos de Dios, entonces estaremos en el camino correcto para sentirnos hermanos de todos, y eso cambiaría nuestra perspectiva del mundo. Ya no iríamos por la calle viendo extraños, sino hermanos: en el policía que controla el tránsito, la mujer que nos topamos en el transporte, el portero de la oficina. Y por lo tanto nuestro trato ya no es indiferente, sino de atención y preocupación por los demás.

Que diferente sería si antes de realizar una acción, nos tomáramos el tiempo para pensar las repercusiones positivas o negativas que puede tener en la vida de otros, y dejar de lado la actitud egoísta de pensar solo en nuestro beneficio. ¡Cuánto mejoraría nuestra realidad y la de los que nos rodean!

Hoy Jesús nos invita a formar parte de su familia, pero no solo para recibir amor, sino que nos pide estar dispuestos a dar amor a otros. ¿Estás listo para ser un hermano, un hijo, un discípulo?

Dialoga:

Señor Jesús, gracias por todo el amor que me has dado a través de tantas personas que han cruzado por mi vida, gracias porque sé que cada experiencia que me has permitido vivir me lleva a ser la persona que tu quieres que sea. Dame la gracia de saber ser dócil y, sobre todo, a ser recíproco a ese amor, proyectándolo a otros para mejorar su realidad, como tú has mejorado la mía.

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, gracias por darme una gran familia en el amor»

Recalculando:

En la vida, muchas veces encontramos en las películas o las redes sociales familias ideales, pero nosotros hemos crecido en una familia ya sea cuidados desde niños por familiares directos o indirectos, por familias que nos adoptaron o familias que nosotros adoptamos. Hoy para redireccionar nuestra vida vamos a dar gracias a Dios por todas las personas que nos cuidaron desde la vida en nuestra concepción y nuestra niñez hasta el día de hoy. Y vamos a pedirle al Señor en la oración luz muy clara para saber cómo nos pide él que seamos familia para las generaciones próximas, nuestros hijos, sobrinos, y demás que somos responsables.

Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 8:19-21

La madre y los hermanos de Jesús fueron a verlo, pero no podían llegar hasta donde él estaba porque mucha gente lo rodeaba. Entonces alguien le dijo a Jesús:

—Tu madre y tus hermanos están afuera, y quieren hablar contigo.

Jesús contestó:

—Mi madre y mis hermanos son todos aquellos que escuchan y obedecen el mensaje de Dios.

Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual  ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.