Reflexiona:
Jesús le dijo a la multitud: «Dios los bendecirá a ustedes…»
Piensa:
¿A quién admiras? ¿Hay alguna persona que te inspire sobre cómo te gustaría que fuera tu vida? Ahora piensa ¿por qué admiras a esa persona? ¿Por quién es o por lo que tiene?
Casi siempre cuando pensamos en un personaje que nos inspire vienen a nuestra mente actores, cantantes, deportistas o personajes que de algún modo figuran en el mundo de la farándula, y esta admiración casi siempre se basa en lo que poseen, el estilo de vida glamoroso que llevan, la fama o el dinero.
¿Quién diría quiero ser como el señor que vende jugos en el parque? ¿o cómo la señora que vende verdura en la esquina del mercado? Me atrevería a pensar que nadie los ve como un ejemplo a seguir, porque nos han enseñado que debemos aspirar a «tener cosas», el mundo nos ha convencido de que el éxito y la felicidad se mide por las posesiones que acumulamos.
Sin embargo, hoy Jesús nos recuerda que la verdadera dicha se encuentra en la pobreza evangélica y la sencillez, por supuesto que no es malo aspirar a tener un estilo de vida cómodo, una casa, un auto, un trabajo bien remunerado… pero no deben de ser la finalidad última de nuestra vida.
Quizá suene un poco extraño pensar que para ser felices tenemos que sufrir o que para tener una gran recompensa debemos vivir de manera sencilla; pero si nos fijamos en los incontables ejemplos de vidas de santos que han decidido renunciar a la vanidad para servir a sus hermanos, o a las personas que nos topamos diariamente: el padre que sale todos los días a trabajar de manera honrada para darle lo mejor a sus hijos, sin olvidarse de que lo más importante es darles amor; los profesionales que ejercen sus oficios con ética y espíritu de servicio, sin anteponer las ganancias económicas al bien común; nos daremos cuenta de que esa es la gente de la que habla el Evangelio, no se trata de tener poco o mucho, sino de cómo utilizamos lo que tenemos o sabemos para poder ayudar a otros.
Ojalá que en la vida tengamos la actitud correcta para que Jesús nos diga «dichosos…» porque hemos sabido llevar una vida acorde a sus enseñanzas.
Dialoga:
Señor Jesús, te quiero pedir por todas las personas que en estos momentos están sufriendo por falta de empleo, por enfermedades, por la guerra y la soledad; que puedan encontrar en tu palabra el consuelo para saber asumir sus carencias y convertirlas en una ofrenda. Y a mi, ayúdame a ser un faro de esperanza para las personas que están a mi alrededor, que sepa tener siempre una actitud de servicio y la voluntad de ayudar.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, ayúdame a vivir una vida sencilla»
Recalculando:
Piensa en los deseos y aspiraciones que tienes en tu vida, y separa aquellas que son vanidad (como por ejemplo los lujos, el tener muchas cosas), de aquellas que son importantes para ser una buena persona. Y ahora, prepara tu lista de aspiraciones para esta nueva etapa que inicias, y cumples al menos focalizándote en un objetivo fácil de cumplir. Tu vida mejorará notablemente.
Texto del Evangelio de hoy: San Lucas 6:20-26
Jesús miró fijamente a sus discípulos y les dijo:
«Dios los bendecirá a ustedes,
los que son pobres,
porque el reino de Dios
les pertenece.
»Dios los bendecirá a ustedes,
los que ahora pasan hambre,
porque tendrán comida suficiente.
»Dios los bendecirá a ustedes,
los que ahora están tristes,
porque después vivirán alegres.
»Dios los bendecirá a ustedes cuando la gente los odie o los insulte, o cuando sean rechazados y nadie quiera convivir con ustedes. La gente los tratará así sólo porque me obedecen a mí, el Hijo del hombre. Siéntanse felices, salten de alegría, porque Dios ya les tiene preparado un premio muy grande. Hace mucho tiempo, su propia gente también trató muy mal a los profetas.»
Jesús miró a los otros y les dijo:
«¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que son ricos,
pues ahora viven cómodos y tranquilos!
»¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que tienen mucho que comer,
porque pasarán hambre!
»¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que ahora ríen,
porque sabrán lo que es llorar
y estar tristes!
»¡Qué mal les va a ir a ustedes, los que siempre reciben halagos! Hace mucho tiempo, su propia gente también halagó a los profetas mentirosos».
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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